Douglas Sirk decía: No se pueden hacer películas sobre las cosas, sólo se pueden hacer películas con cosas, con luz, flores, espejos, sangre y con todas las cosas fantásticas que hacen que la vida valga la pena ser vivida.
La película que veremos esta semana, All That Heaven Allows, está hecha con luz y flores y espejos, sí, y también con colores y árboles y nieve, con rostros en la sombra y con rostros tras ventanas, con mujeres, hombres y animales, con un televisor, un libro abierto y una jarra maltrecha, y nos mostrará, quizás, que la vida vale la pena ser vivida.
También está hecha con felicidad y alegría, y con tristeza, aburrimiento y estupidez, y es un melodrama hollywoodiense de los años cincuenta, de esos que ponían en la tele, yo la vi ahí, hace años, un domingo por la tarde, en una tarde que podía haber sido triste y aburrida y no lo fue. Es una de esas películas que ponen en la tele y sin embargo hay en ella un televisor que parece el más aterrador de los objetos, una pesada piedra con la que sellar la tumba egipcia en la que vive la protagonista, el arma más eficaz para matar el tiempo, pero no se puede matar el tiempo sin ofender la eternidad, lo dice ese libro abierto que también aparece en la película.
Es un melodrama con una mujer y un hombre que se descubren y se quieren, ella es viuda y de la buena sociedad, él es quince años más joven y es jardinero, y por supuesto nada es sencillo, porque no se aman en el vacío o en la naturaleza sino en el mundo de los hombres.
En la película de la semana pasada una mujer vivía encerrada en su rol de madre, en una tela de araña que ella misma tejía, en una casa donde nadie se escuchaba y donde no había tiempo para la libertad, o al menos para respirar. En la película de esta semana vuelve a haber una mujer y una casa, pero los hijos ya viven fuera y ella está sola, y sin embargo resulta terrible descubrir que esa soledad está igual de controlada, que ahora que se ha quedado sola siguen valiendo las reglas y la tela de araña tejida cuando allí vivía toda una familia. Y no hay más alternativas al aburrimiento que un televisor, bailes desoladores en el club de campo o hablar mal de los demás.
En realidad la historia que cuenta la película es muy sencilla, aunque lo haga con virtuosismo y una belleza irreal: es la historia de una mujer que descubre que otra vida más bella es posible y que puede y debe decidir si quiere o no vivirla.
Un cineasta alemán escribió en 1970: En sus películas las mujeres piensan. Y esto es algo que jamás me ha llamado la atención en otros cineastas. En ningún otro. Frecuentemente muestran mujeres que reaccionan y se comportan como se supone que deben hacerlo las mujeres, pero en Sirk piensan. Hay que ver esto. Es maravilloso ver pensar a las mujeres. Da esperanzas. Francamente.
La mujer de All That Heaven Allows piensa y se lo piensa, y este fue sin duda un extraño espectáculo para un domingo por la tarde en televisión, estas son las cosas que a veces pasan con el cine, 85 minutos para que ella decida qué quiere hacer con su vida y para que nosotros nos pongamos de los nervios, 85 minutos rápidos y lentos, lentamente rápidos, a todo color, con luz y nieve y espejos, este martes, a las ocho, en el cine-club de La Morada.