El primero de ellos es Joan Salvans (¿Joan Salvans?), presidente de una asociación de alpinismo y partícipe en los negocios de un padre banquero industrial y más tarde diputado nacional por la Lliga Catalana. La familia Salvans vive entre Terrassa y una masía llamada La Barata, el lugar al que se trasladan en verano y donde años más tarde residirá Azaña. Allí Joan registra todo lo que le interesa, cómo bailan, se reúnen con otras personas, hacen un retrato a su esposa, suben a la montaña, comen en familia, viene el obispo a oficiar las bodas o inventan cortos en los que alguien es defenestrado. En segundo lugar están las imágenes de Eduardo Noriega, al que le sorprenderá la guerra civil sin documentación cuando pasaba sus vacaciones en la sierra de Gredos. En la cárcel y en el frente seguirá filmando.
Fuera de y junto a estas imágenes privadas están las grabadas por reporteros y sindicatos en las ciudades y pueblos de España, son imágenes pasajeras con protagonistas que no vuelven a aparecer con la misma cara. Excepto franco, que aparece unas cuantas veces.
Con las voces que recorren la película pasa lo mismo. Fuera de la voz que apunta las imágenes de las dos familias hay una serie de relatos y citaciones que encauzan (¿justamente o no justamente?) el transcurrir del estado de las cosas en España desde una perspectiva colectiva y escueta. Quiero decir que las razones y los sentimientos de los campesinos se resumen con: "Los campesinos sin tierra odiaban a la burguesía porque les trataban como animales. Uno de ellos decía: cuando miramos a los propietarios vemos enfrente al mismo diablo". Y que esta explicación de los campesinos ya no volverá a decirse.
No vamos a ver el trabajo en ninguna de las fábricas ni las palabras de los obreros, tampoco se dirá nada sobre las consecuencias directas e indirectas de las vidas de los dos protagonistas, y durante todo el metraje con sus imágenes la única ocasión en la que escucharemos una palabra de los Salvans será cuando bajo el lema "Salvaré Terrassa de los rojos" se postule para diputado de la Lliga Catalana. No vamos a escuchar las consecuencias detrás de las imágenes privadas porque no es un relato de la familia Salvans sino sus imágenes de recuerdo. O en el caso de Noriega, sus imágenes y algunas de sus palabras. Ahora bien, en un espacio cerrado el eco tampoco puede eliminarse. Bueno sí se puede. Pero yo creo que aquí hay cosas que reverberan, venid a ver si es así.