Esta es una fiesta parisina. Toda la gente espera poder ver a Pedro, pero éste no va a venir. El tam-tam de los tambores se repite, anuncia un cataclismo. Sin embargo, el derrumbe se hará esperar, la fiesta continúa. Artistas, intelectuales y gente elegante deambulan por diferentes habitaciones. Entre lamentos y vanidades, intercambian palabras e ideas, pero también miradas.
El rodaje de Tam Tam se llevó a cabo en diferentes fiestas en diferentes casas. Un proceso lúdico e improvisado para hacer una película del mismo carácter. Adolfo Arrieta juega con formas melodramáticas para crear un sofisticado cóctel de insinuaciones, entre lo exótico y lo elegante.