Sí quiero decir que lo que sucede en Nouvelle vague (así se llama la película socialista) se cuenta en medio minuto. "Un ser humano (un hombre)" y "otro ser humano (una mujer)" se encuentran. Y se aman. Uno existe demasiado y el otro demasiado poco. Luego, en la segunda oportunidad, en la segunda posibilidad, en la nueva ola será al revés. Que lo que aparece en su casi hora y media de metraje trae felicidad. En serio. Felicidad ante lo que se ve y lo que se escucha, que alegra, que duele, que piensa, que enseña a perder, perdemos imágenes, sonidos, citas, cada movimiento golpea al anterior. Perder, pero perder de verdad, para dar paso al hallazgo: algunas imágenes, algunos sonidos, algunas citas van a volver... y algunas secuencias serán reversibles. El pasado se podrá reparar, aquí la película se parecerá a la vida cuando somos capaces de existir junto a otros.
La dirigió Jean-Luc Godard cual director de orquesta, en 1990, y la proyectaremos mañana martes, a las ocho de la tarde, en el cine-club de La Morada.