La memoria, hoy lo sabemos, no es un archivo alojado en el cerebro al cual podemos acceder para recuperar intacto un instante determinado del pasado; no, recordar es siempre una construcción del presente, y como tal, una reelaboración de la realidad que modifica el recuerdo y, así, la percepción misma del presente.
Cuando hablamos de Alain Renais como "cineasta de la memoria", es necesario tener en cuenta este concepto, pues toda su obra, desde sus primeros cortometrajes (Las estatuas también mueren, Noche y Niebla, Todas la memoria del mundo), parece ser una profundización en el mismo; es decir, en la imposibilidad de fijar una realidad concreta. Lo cual también, creo, hace de Resnais un autor profundamente antidogmático.
Aquí nos encontramos con otra película donde, como poco, confluyen dos niveles de realidad, una exterior más o menos objetiva y otra interior y subjetiva que se escinde en nuevos niveles que a su vez se solapan, complementan y contradicen en la mente de un novelista desahuciado interpretado por el gran John Gielgud: Las posibilidades de la creación literaria sometidas a un continuo idea-forma, donde se alternan culpa y justificación, complejos y fabulación liberadora, miedos, sadismo... y siempre con la presencia de la muerte inminente como irrealidad degradante que hostiga al hombre como a un animal herido.
Toda la película está discretamente inspirada en las angustias cósmicas de H.P. Lovecraft; de hecho, Providence, el título, hace referencia a la población de Nueva Inglaterra donde nació y murió este escritor, y cuyo epitafio (extraído por algunos de sus admiradores de una de las miles de cartas que escribió a lo largo de su vida) reza "I am Providence". Y en efecto parte de los exteriores fueron rodados en Providence, pero las asociaciones del título no se quedan en lo anecdótico pues el concepto de la Divina Providencia también parece encontrar su traslación a la mente del protagonista, un demiurgo que se sumerge en su noche de soledad y vino blanco.
Providence es la primera película en ingles de Resnais, que no hablaba inglés, por lo que, limitado en el rodaje, pidió a sus interpretes que se comportaran como un quinteto de Schubert: Ellen Burstyn como un violín, Dirk Bogarde como un piano, David Warner como viola, Elaine Stritch como doble bajo y Gielgud como cello. Gielgud consideróProvidence como la película más excitante que había hecho en su vida, lo cual no es decir poco.
La vemos en La Morada, el martes 25 de noviembre a las 8 de la tarde.