… a otras intimidades, en forzados claroscuros, más individuales: La intimidad del uno con su suerte.
El salario del miedo (1953) Guión: H.G. Clouzot, Jerome Geromini; basado en la novela de Georges Arnaud. Música: Georges Auric. Fotografía: Armand Thirard (B&W). Productora: International Affiliates.
Sudores tan copiosos que apagarían cualquier conato de incendio.
Ansiedad con olor a gas oil.
Esos sudorosos personajes podrían estar en Australia o en Japón, en el Congo o en cualquier destino, exótico o no, donde se pueda encarar la crudeza inherente a la obtención de un salario.
Salario, de la valiosa sal con que pagaban a los legionarios romanos.
Sal para alimento de los cuerpos que a cambio van desalándose poco a poco, consumiéndose en sudor y miedo hasta alcanzar el momento de la paga.
Arrostrar todos los peligros del camino a cambio de alcanzar vivo el destino donde entregar los camiones…lo demás es narración empapada en el sudor pegajoso de los valientes, temeridades y temores fundados que cuajan en accidentes mortales, certidumbres del fin próximo, seres en trance inminente de extinción individual. Como cualquiera... ¿Cómo cualquier?
Los torsos semidesnudos perlados de sudor semejan pornográficos reflejos de la prostitución cierta: Ganarse el salario exponiendo el propio cuerpo a la eventualidad fatal. Ninguna herramienta ni producto intermedio entre el cuerpo y el pago. Cruda realidad, a vida o muerte, la que nos enfrenta al definitivo negocio laboral:
La carne viva entregada a la eventualidad de una carnicería…
Carne viva entregada a la producción de sudores propios y ajenos…
Carne viva entregada a la producción de objetos que interponer a cambio de una paga…
Carne viva entregada a la creación de productos virtuales con que satisfacer la demanda de arte…
¿Qué otra cosa más que nuestro propio cuerpo, de la cabeza a los pies, podemos emplear para “ganarnos la vida”?
En la película se nos interroga sobre los límites en la exposición del propio cuerpo a cambio del favor de adquirir alimentos y techo para poder seguir manteniendo vivo el cuerpo, para poder seguir trabajando, para poder seguir viviendo para currar, o no, para vivir, para…
¿Qué diferencia hay entre tú y él? ¿La sutil distancia de la pornografía al erotismo? ¿Distinguir entre esfuerzo y extenuación? ¿Entre explotación y explosión?
La recuerdo todo húmedo, légamo envolvente, pegajoso, …
El medio atrapa a los tipos como la ropa les envuelve, como los camiones se embarran,…
El miedo atrapa con sombrías acechanzas, certidumbres de peligro inminente, …
El miedo les atrapa la mirada, brotando por los poros hasta envolver todo su cuerpo en sudor.
Georges Arnaud, en la novela El salario del miedo, escribió:
De niño veía a los hombres marchar a estos trabajos y no volver. Y los que lo hacían, volvían con el pelo blanco y las manos temblorosas, como los viejos. No sabéis qué es el miedo, pero lo veréis. Y es contagioso como la peste. Y cuando lo coges, es para siempre.
Nosotros sí que podremos fumar, en caso de consenso.
Ellos definitivamente no…o acaso encuentren un momento en que el plano nos mostrará, al cabo de otra semana, la intimidad alumbrada por un mechero?
Tendré que ir a verla el martes 22 pues no recuerdo si finalmente se da el caso de que un fósforo ilumina su intima satisfacción por haberlo hecho.
Sinopsis: Una compañía estadounidense propietaria de instalaciones de extracción de petróleo en Sudamérica, contrata a cuatro europeos para trasladar nitroglicerina que se necesita para apagar un pozo que se ha incendiado. Deberán hacerlo a través de difíciles caminos en las montañas.