Entrañable a su manera, aunque el caso es que a algunas de nosotras no consiguió encariñarnos. En el escenario de la Gran Depresión, ¿que Irene nos guste, quizá es un placer que no queremos permitirnos?.
En Ser o no ser también trabaja Carol Lombard, haciendo de una famosa actriz polaca, María Tura. Pero el punto de conexión que nos llevó a la película de Lubitsch es el del marido de María, Joseph Tura. Como Irene, durante la peli, algunos gags se nutren de que Joseph no se entera muy bien de lo que está pasando a su alrededor.
También coinciden las dos pelis en que representan momentos sociales delicados. Momentos sociales muy traumáticos porque tanto en la Varsovia ocupada, como en la Gran Depresión, no era raro perderlo todo o ser muerto, víctima del transcurrir de los tiempos. (Como en la actual crisis financiera).
-Usted es bastante famoso en Londres, ¿sabe?, ¿y sabe cómo le llaman? Le llaman "campo de concentración" Ernhart.
(ríen)
Pero Ser o no ser es una comedia. Como pasaba con El gran dictador, ahí está la gracia. Y las grandes posibilidades de la peli, inadvertidas para el que quiera ver en ella solo una (valiente, por otra parte) sátira política.
Lo que nos van a contar aquí va más allá de la "la fina ironía" con la que Lubitsch ataca una realidad que no le gustaba un pelo.
La ironía está ahí, claro. De hecho, en la película muchas veces la toma de posición va más allá de la "fina ironía" y entra en la cómica, descacharrante burla del fascismo y de la disciplina. Pero todo eso no es más que el principio.
Nuestro entrañable despistado, Joseph Tura, se encuentra uno tras otro con ciertos desconciertos, sustos y sorpresas, que tienen que ver con la manera que otros personajes viven las insinuaciones sexuales, la seducción, la fama, la camaradería, o el compromiso social. Parte del por qué la historia es tan seductora estará en este buen gusto para tratar con infinito mimo a protagonistas y secundarios, siempre dibujados con unas pocas pinceladas que son mucho más que suficiente para conocerlos y verles por dentro.
-No lo creerías pero puedo lanzar dos toneladas de dinamita en dos minutos.
-¿En serio?
Y en medio de esto, al igual que casi todos los demás personajes, Joseph Tura es actor. Interpreta. Interpreta a Shakespeare. Y a coroneles de la Gestapo. Hace teatro. A veces le sale bien y a veces es el propio carácter sorprendido y desconcertado de Joseph el que arrebata el interpretanda al interpretador. A veces su ego se ve dañado, aunque solo un poquito. A veces es tan vivrante que la historia que nos están contando de pronto empieza a hablar de la pésima forma de interpretar que tienen los nazis de verdad, y arroja luz sobre los protagonistas del terror. ¿Es que esta gente no eran otra cosa que pésimos actores al servicio de una incongruente y sangrienta puesta en escena? ¿Puede el teatro bélico e ideológico de la Segunda Guera mundial estar tan íntimamente relacionado con el oficio de actor, con el teatro y eso que se ha hecho sobre unas tablas hoy y también de hace 400 años?
(El martes 26 de Mayo, Ser o no ser, de Ernst Lubitsch, en CSOA La Morada, a las 20:00)