Me encantó tener a todos esos niños en la película, analizando sus problemas y sus miedos. Es una locura, pero sólo algunos de los filmes comerciales parecen entender bien a los niños, comprender su realidad, en qué se ocupan, el peligro en el que viven. En cierto modo, están más cerca de la muerte que nosotros los adultos, por todos los riesgos que corren. Tal vez quieran morir antes de llegar a parecerse a nosotros.
…nunca tuve una hermana, por eso hice Corrientes de amor…
Corrientes de amor nos introduce en la vida de Sarah Lawson y Rober Harmon, o, más bien, los introduce a ellos en nuestra vida. Sarah y Robert han vivido de un modo muy distinto, pero el lío
Ella llega desde el fin de su matrimonio. Puede que su marido y su hija la quieran, pero no quisieron seguir viviendo de esa manera, con constantes peleas y en constante tensión. Los recuerdos son hermosos, pero se ha terminado. Han pasado esa época en que alguien sabe que eres vulnerable, lo sabe pero sigue poniendo el dedo en la llaga, una y otra vez. No puede parar, se vuelve un hábito. Por eso es posible que la relación termine, pero no el amor. Él piensa que sí, pero Ella sabe que su hermano se equivoca; no termina, aunque deseamos que así sea. El amor sigue, pero importante no es decirlo -en el guión -, sino hacerlo.
…ellos, como la mayoría de nosotros, siguen intentándolo. Simplemente siguen adelante, una y otra vez.
Ocurra lo que ocurra, ocurre. Y cuando ocurre, los personajes ríen o se enfadan, pero no se rinden. ¡No se rinden! Y eso es lo que los hace, digamos, simpáticos. Consiguen algo, y se aferran a lo que consiguen y siguen adelante."
Fragmentos extraídos de Cassavetes por Cassavetes. Ray Carney (ed.)
Pd:
Y ¿Cómo llegamos a Corrientes de amor desde O Último Mergulho la semana pasada? Algo tuvieron que ver unos zapatos dejados en el borde de un muelle al final de la película y dos personajes que se alejaban desde ese punto definitivamente y en dos direcciones ¿opuestas?: uno era un personaje mayor (¿un anciano, un hombre de mediana edad?) que se lanza al agua para darse su último chapuzón y otro (¿un joven, un adulto de breve edad?) que, tras reconsiderar que la vida merecía seguir siendo vivida, camina sin mirar atrás al encuentro de su recién hallada amor, con quien se interna en un frondoso campo de girasoles… Ante la idea de que el anciano fuera el que decidiese poner fin a su vida pasando a ocupar en cierto modo el lugar del joven, surgió el deseo de ver una película en que se cuestionase esta especie de respetuoso ¿previsible? turno vital y fuesen los personajes mayores, de avanzada mediana edad, los que se quedasen en el borde, los que resistiesen, o se resistieran y decidieran seguir adelante a este lado del muelle y así, de unas aguas a otras, llegamos a Corrientes de amor. Por eso y por los animales. Y quizás porque en ambas películas hay personajes que zarandean las expectativas sobre lo que implica un determinado rol familiar: ser padre de una hija o hija de un padre, o hermana de un hermano o hermano de una hermana… Pero de todo ello y de otras muchas cosas tendremos la oportunidad de hablar el próximo martes 27 de enero tras ver la película en La Morada. Empezaremos, como siempre, a las ocho.