Decía una filósofa que perdonar es la única acción estrictamente humana que nos libera, a nosotros y a los demás, del encadenamiento y la pauta de consecuencias que cualquier acción engendra. El perdón permite comenzar de nuevo, desear de nuevo (¿veis, la mirada de la segunda imagen?: ha hecho falta valor). Pero, decía un poeta que las tumbas de los muertos cierran nuestra vida. Fidelidad (irremediable aquí) a lo que alguna vez se sintió, se imaginó, se esperó, amor, belleza, felicidad, que nos pone del lado de la muerte, quizás.
Y yo quería decir, simplemente, que esta película puede conmigo. Una lluvia que barre la superficie de un lago, una sonrisa bajo un paraguas, una mano que se vuelve a coger, un verde del paraíso, una lucha por compartir plano, un paso a nivel que retrasa el cumplimiento de una posibilidad, que la fragiliza, se me han mezclado con voces y cuerpos, como voces y cuerpos, en fiestas y asambleas. Y que mañana martes a las ocho, en el cine-club de La Morada.