Para mí resulta evidente que compartir estos trabajos es necesario para cuidar la singularidad del cine-club, pero lo que quizá no resulte evidente ni compartido es la necesidad de esta singularidad misma: hace un año partimos de la opinión de que para programar películas basta con que alguien las haya visto y quiera verlas con otros, si hace el esfuerzo de mostrarlas, de contar lo que vio, de transmitir unas ganas o una intuición, de palabra en La Morada, por escrito después. Y hemos intentado siempre relacionar nuestras propuestas con la película que acabábamos de proyectar, por tratarse del único objeto en común y para que los bagajes de cada cual pesaran menos. Aunque sólo sea por la alegría de comprobar finalmente hasta qué punto ciertos instantes, planos, secuencias, movimientos, diálogos, gestos... escapan a nuestras construcciones de sentido.
Os convocamos pues a una asamblea mañana martes a las ocho en punto —en serio— de la tarde, para decidir entre todos cómo seguir. Ayudados por el mundo bien temperado y los gags itinerantes de Buster Keaton en Sherlock Jr. (El moderno Sherlock Holmes, 1924), mediometraje en el que el héroe, "cargado de humanidad, pero de una reciente e increada humanidad, de una humanidad a la moda" y empleado como proyeccionista en una sala de cine, tiene un problema en la vida y se mete dentro de una película para resolverlo. Y por Par desmit minūtēm vecāks / Ten Minutes Older (Diez minutos más viejo, 1978), cortometraje en el que Herz Frank filma a unos niños atentos a un teatro de marionetas. La cámara insiste en el rostro de uno de ellos, que aparece —al contrario que el de Buster, que lleva la expresión en las piernas— muy afectado por las cosas que suceden, que imaginamos que suceden: llora, sonríe, se ríe, se asusta, se asombra, sonríe de nuevo.
Aunque Keaton no sea exactamente una marioneta, gobierna su centro de gravedad como los titiriteros gobiernan los de sus muñecos, haciéndolos bailar, allá en el reino de las fuerzas mecánicas y de la gracia sin fin, y yo os invito a comprobar si estas dos películas "mudas" de gente que mira y aprende y actúa o mira y se emociona una barbaridad funcionan juntas, y a que juntos pensemos luego qué clase de espectadores de cine querríamos ser y qué condiciones vamos a darnos para poder serlo.