Las películas de autor, que crecen al margen de las expectativas ideológicas y estéticas de la gran industria, se convierten en auténticos documentos etnográficos de los contextos económicos y sociopolíticos de sus creadores.
Satyajit Ray nació en una familia bengalí de literatos y artistas. Se graduó en el Presidency College de Calcuta y estudió Bellas Artes en la Visva-Bharati University, en Santiniketan. Precisamente fue en esta Universidad donde recibió una profunda influencia del humanismo de Rabindranath Tagore. Después aprendería diseño gráfico.
Le atrajo la cinematografía tras conocer a Jean Renoir con motivo del rodaje de la película “El Río”, 1951, y ver la que se convirtiera en su película favorita “Ladrón de Bicicletas”, obra cumbre del Neorrealismo, de Vittorio De Sica, 1948, durante su estancia profesional en Londres. Bajo el influjo de Renoir y De Sica debutó en el cine con Pather Panchali (La canción del camino), 1955. Película con la que ganó once premios internacionales incluyendo el de Mejor Documento Humano en el Festival de Cine de Cannes. “Pather Panchali” “Aparajito” y “Apur Sansar” constituyen La Trilogía de Apu, la obra maestra de Ray.
Satyajit Ray fue un artista completo. En su formación cinematográfica también tuvo decisiva influencia la obra de: John Ford, Frank Capra, Ernst Lubitsch y William Wyler, aunque, repito, el influjo más apreciable es el del italiano Vittorio De Sica, con “Ladrón de Bicicletas”.
Apu, el protagonista de Apur Sansar (El Mundo de Apu), la película de este martes, nos cuenta la vida de Apu adulto en la Calcuta convulsa de los años 30. La conversación con su maestro en el prólogo de la película se desarrolla sobre el trasfondo sonoro de los gritos de una manifestación obrera. Pero no serán éstos los derroteros por los que discurrirá El Mundo de Apu, pues el realizador opta en seguida por concentrarse en la vida de sus personajes. Como ha apuntado el antropólogo Peter J. Bertocci en un estudio sobre el filme, el término “sansar” del título original (habitualmente traducido como mundo, en realidad hace referencia al flujo o movimiento cíclico de las cosas característico de la filosofía india) tiene en bengalí un segundo significado muy preciso de vida familiar, entendida ésta fundamentalmente como la clave del desarrollo personal y de la madurez. El título enuncia, pues, de una manera inequívoca cuáles habrán de ser las tribulaciones de Apu a lo largo de la película, enfrentándose al difícil papel de marido y padre como etapas de un proceso hacia la madurez que se revelará particularmente doloroso.
Nos encontramos con una película que aúna de manera magistral la poesía y la denuncia social de la terrible situación de las clases no privilegiadas en la India. Además, al margen de esto, nos muestra bellas y emotivas imágenes, de un poder visual arrollador, que expresan sentimientos acerca de la vida, el idealismo, la frustración y el dolor por la muerte.
Satyajit Ray cambió el rumbo del cine indio a mediados de los cincuenta. Modernizó el lenguaje, estableció unos parámetros temáticos más abiertos y realistas, mostrando una imagen de la India poco complaciente aunque de infinito lirismo. Fue el primer director indio que triunfó en occidente. En su época de crítico cinematográfico en Calcuta reclamaba esa sencillez en la mirada que tanto se echaba en falta en el cine de su país y que resulta ser la clave de la poesía de su obra: “La materia pura del cine es la vida”.
He dicho antes que la obra maestra de Ray es La Trilogía de Apu, pero no que, curiosamente, no fue concebida como una trilogía. “Pather Panchali” (La Canción del Camino), relata la infancia de Apu en una de las zonas rurales más pobres de la India. Después de triunfar en Cannes con Pather Panchali, Ray nos cuenta los años de juventud de Apu en Benarés con la segunda película de la serie, “Aparajito” (El Invencible), en la que Apu se separa de su madre y debe aprender a valerse por si mismo. Con esta película ganaría el León de Oro en el Festival de Venecia de 1957. Ray continúa asombrando a Occidente, también deslumbrado por la impactante banda sonora de Ravi Shankar.
Ocho años tardó Satyajit Ray en completar la última película sobre la vida de Apu: “Apur Sansar”(El Mundo de Apu). Ahora, el joven protagonista intenta salir adelante confiando en sus posibilidades. Vive sólo en Calcuta sus ansias de conocimiento, sus deseos de ser escritor, y contrae matrimonio con Aparna de una manera extraña e inesperada, mientras ve la triste realidad de su país en escenas de brutal realismo, como cuando Apu entra a trabajar poniendo etiquetas en una fabrica de tarros de comida donde los obreros trabajan como máquinas. Soumitra Chatterjee le da vida en la que será la primera de una estrecha y duradera colaboración con Ray participando en catorce de sus películas. Otro personaje de gran importancia es la pareja del protagonista, Sharmila Tagore, hija de Rabindranath Tagore, en aquel momento con catorce años de edad y, como era costumbre en Ray, también sin experiencia cinematográfica previa. A pesar de los inconvenientes que este hecho podía suponerle al director, las interpretaciones resultan de una naturalidad y un realismo estremecedor. Quizás esta frescura interpretativa sea uno de los factores que contribuyen a dotar a todo el ciclo de Apu de la sensación de estar trascurriendo ante nuestros ojos la propia vida de un ser real.
Es como si la película se dividiera en tres “actos”. Primero Ray nos muestra de forma precisa y casi sin palabras la vida cotidiana de Apu, sus anhelos, la forma austera, estoica, con la que se conduce y las dificultades y estrecheces económicas por las que pasa. El segundo acto refleja su vida con Aparna, la mujer con la que de manera brusca e imprevista se casa precipitadamente. Siendo éste el fragmento más breve, sin embargo resulta el más atractivo, puesto que, con apenas cuatro pinceladas Ray alcanza a retratar magistralmente como el matrimonio no sólo ha alterado la vida de Apu (por ejemplo, a través de su vivienda, el abandono de su novela, su trabajo), sino que evidencia la delicada trasformación que sufre la relación entre dos personas que, conviviendo sin conocerse, pasan de ser perfectos extraños a vivir una verdadera y conmovedora relación de amor, cómplice, profunda y sutil (Renoir, tras ver el filme, remarcaba el hecho de que la intimidad y complicidad de la pareja había sido sugerida sin necesidad de mostrar ni siquiera un abrazo). En la última parte asistimos al descenso a los infiernos de la culpa y el odio provocado por la muerte de su mujer en el momento de dar a luz a su hijo, al que culpa de ello y al que, sin tan siquiera llegar a conocer, roto de dolor, Apu abandona, emprendiendo una vida errante. Tras cinco largos años se encamina finalmente al encuentro de su hijo, con el que, a pesar del lógico rechazo inicial, podrá emprender una nueva vida reconciliándose con su pasado y consigo mismo, enfrentando optimista su futuro. Cabe destacar el hecho de que las tres películas del ciclo finalizan con el protagonista, Apu, encaminando sus pasos hacia un futuro incierto.
La película insiste en las líneas maestras, formales y de fondo, que recorren las películas anteriores. Así, la reiteración temática -el pathos de la vida cotidiana, el panteísmo, el humanismo-, el rodaje en escenarios naturales, la contención y práctica ausencia de subrayados visuales, la significación simbólica de la naturaleza y el paisaje -los trenes, el agua, los ríos, los árboles-, los planos secuencia, la brillante y contrastada fotografía, la música de Ravi Shankar. No obstante, es evidente el salto cualitativo que representa con respecto a las películas precedentes, la mayor profesionalidad que se respira en sus imágenes, y el mejor, y más elaborado manejo de los recursos cinematográficos. La conformación de los filmes anteriores se plasmaba a través del devenir sucesivo de episodios vitales significativos, sin embargo Apur Sansar contiene giros melodramáticos “intencionados”, como, por ejemplo, el episodio inesperado de la boda de Aparna y Apu, la huida y abandono de su hijo por parte de Apu. Giros cuya motivación no vendría dada por la exigencia natural del personaje, sino más bien por razones puramente dramáticas; no olvidemos que Apu ya había soportado las muertes sucesivas de su tía abuela, su hermana, padre y madre. Lo cierto es que este “extra” de dramatismo nos sitúa ante una trágica historia de amor que va más allá del amor familiar y que, desde luego, sobrepasa las convenciones indias de la época, que tampoco puede compararse con las tragedias y pérdidas que se sufren en la infancia. En cualquier caso, viene a ser de las pocas que realmente expresan y trasmiten sinceridad y verdadera emoción, suponiendo la perfecta culminación de la inolvidable Trilogía. El guión modifica significativamente la letra y el espíritu del final de la novela en la que se inspira.
Culminaba así la trilogía que retrataba la vida en la India de principios del siglo XX de una forma sincera coloreando los pequeños detalles de la existencia para poder dar finalmente una imagen universal del ser humano, que no fue comprendida por muchos críticos de su propio país, aunque esa fue una constante en la carrera del director. Su visión de la vida incomodaba a diversos sectores de la India, y, ya en los ochenta, se le acuso de dar al resto del mundo una imagen demasiado negativa del país.
Ray fue un creador desde su infancia. Su familia estaba ligada a círculos progresistas de la India, rechazaban el sistema de castas y los matrimonios entre niños, y mantenían contacto con el venerado poeta Rabindranath Tagore. Pasó muchísimas horas de su juventud visionando películas de Hollywood y mantuvo correspondencia con directores de la talla de Billy Wilder. Conoció a Renoir cuando realizaba labores de crítico en la Sociedad Cinematográfica de Calcuta, y fue el maestro francés quien le animó a que se lanzara a la dirección.
Su precisión visual con la cámara quizás provenga de la etapa que vivió como ilustrador en Londres. Y la búsqueda de la cruda realidad del país en su cine lo emparenta con el Neorrealismo italiano, del cual era un admirador declarado.
Como siempre, tras su aparente simplicidad, Ray va más allá, pues de nuevo compartimos con Apu su itinerario vital, por extensión el de todo ser humano, plagado de hechos de sustrato universal: el conocimiento del amor, la vida matrimonial, la paternidad, la muerte, el dolor siempre presente, “y la sistemática destrucción de las ilusiones personales bajo el peso de las circunstancias”, T. Fernández Valentí. En definitiva, la transición hacia la madurez consumiendo el inexorable ciclo de la vida.
Resulta casi divertida la decepción que se experimenta cuando llega el final de la película, porque una siente no quiere que se acabe la historia, quiere que siga y conocer la vida completa de Apu.
Ray no había pensado en una trilogía al rodar Aparajito, y tan sólo se lo planteó tras haber sido preguntado al respecto en Venecia. Al igual que las otras dos filmaciones previas, cierto número de críticos la consideraron el logro supremo de la trilogía (Robin Wood, Aparna Sen). Tras ser Apur Sansar duramente criticada por la crítica de Bengala, Ray escribió un elocuente artículo en su defensa, un extraño suceso en la carrera fílmica de Ray. Su éxito tuvo poca influencia en la vida personal de Ray durante los años venideros y continuará viviendo con su madre, su tío y otros miembros de su extensa familia en una casa de alquiler.
Cada una de las tres películas que componen el ciclo de Apu tiene entidad y autonomía por sí misma, pero si contempláramos la serie completa nos permitiría reflexionar sobre la clase de hombre en que se va convirtiendo el protagonista, así como presenciar el proceso en el que todas las experiencias acumuladas y los acontecimientos sufridos van determinando su personalidad e influyendo en las decisiones que adopta en su vida. En definitiva, ofrece la oportunidad de ser testigo de una experiencia que trasciende lo cinematográfico y deviene verdadera experiencia vital. Parafraseando a Apu, “El hecho de vivir la vida consiste en afrontar la realidad”.
Título original: Apur Sansar
Año: 1959
Duración: 117 min.
País: India
Director: Satyajit Ray
Guión: Satyajit Ray,
Producción: Satyajit Ray
Música: Padit Ravi Shankar
Fotografía: Subrata Mitra (B&W)
Montaje: Dulal Dutta
Reparto: Soumitra Chatterjee, Sharmila Tagore, Alok Chakravarty, Swapan Mukherjee, Dhiresh Majumdar, Sefalika Devi, Dhiren Ghosh
Género Drama
Premios
1961, Nominada al BAFTA: Mejor película.
1960, Círculo de Críticos de Nueva York: Nominada a Mejor Película Extranjera.
1960, Premio del National Board of Review: Mejor Película Extranjera.