¿Qué es el personaje principal de la película de este martes, el que le da nombre, un hombre o una mujer? Gracias a la capacidad de Jacques Tourneur para colmar cada plano que filma veremos enseguida que es, como poco, el capitán de un barco pirata, que viste ropa adecuada a su oficio, que cuenta entre su tripulación con un par de discretos cuidadores, que venga la muerte de su hermano arrojando ingleses por la borda y que va a perdonar la vida y convertir en timonel de su barco a un civilizadísimo prisionero francés, Pierre-François. Ya tenemos todo un mundo y es que Tourneur es un cineasta que no se expresa, crea, recrea mundos más o menos habitables.
Algunas secuencias más tarde, durante un travelling maravilloso de tan justo, justo así, paseando por la costa a través de los trabajos de reparación del casco, Anne hablará a Pierre de su infancia junto al fabuloso Barbanegra y Pierre informará a Anne del alcance de sus hazañas en una época que la conoce y la teme como Capitán Providence. Y sellarán una alianza que nos parecerá un pacto entre iguales y será uno de esos momentos puramente utópicos que hay a veces en las películas, en los que algo se vuelve, de repente, posible. Posible a fuerza de imaginación.
Pero entonces reaparecerá el vestido. Un vestido dorado que formaba parte del botín que incluía también al propio Pierre y que Anne va a probarse a modo de declaración, primero ante sí misma, después ante Pierre, que la sorprende enamorada e inmovilizada y que aprovechará la ocasión para impartirle dos o tres lecciones básicas sobre la condición femenina y el arte de la seducción. Es emocionante y sin duda infantil el asombro de ella: ¿por qué querría alguien anular su potencia y esperar siempre a que otro actuase? Aquí la realidad, o mejor el uso que Anne venía haciendo de la realidad, va a empezar a desmoronarse, trágicamente. Y el vestido cumplirá su destino y la película con él hasta mostrarnos la heroicidad de soportar una traición sin traicionarse, hasta mostrarnos qué puede un amor, un amor que no es de hombre ni de mujer, un amor de pirata.
A las ocho de la tarde Anne of the Indies (La mujer pirata, Jacques Tourneur, 1951) en el cine-club de La Morada.