Durante la cena se sienta a la mesa en camisón. Un día le di un azote en el culo y le dije: "vete a vestirte. Muestra respeto por tu padre." En realidad me excita. Es simplemente una monada, no importa lo pequeña que sea.
Una voz en la sala morada gritó: ¡esto es mentira!
Y otra: ¡sólo lo escribiría una mujer!
Y una tercera: ¿quién si no?
La película comienza con el chico contemplando el agua calma y oscura del Tajo a las dos y catorce minutos de la mañana. Según la leyenda local, la gente sólo viene al muelle a tales horas por dos razones; imaginemos cuáles son… El marinero, que también se encuentra allí, ha adivinado la razón del chico y decide acercarse. Le detiene, le da unas palmaditas en la mejilla y cuando se van alejando juntos del río, posa el brazo sobre su hombro. Una bonita posibilidad ha surgido: no te salvaré de la muerte pero viviré contigo.
Ya en la casa del marinero, descubrimos que él está casado con una mujer que padece de unos dolores fuertes y constantes causados por el reumatismo y agravados por vivir en el barrio de los manantiales. Nos enteramos de otro detalle: él es más putero que compañero. Entonces acontece algo singular, el marinero discute con su mujer sobre la caca, el pis y las medicinas sin comprar, y ella le reprocha por toda clase de faltas; pero sus voces son tan en off que suena como una discusión recordada u olvidada. Escuchamos todo tal como lo escucha el chico. Es decir, como una persona que inesperadamente se halla comiendo sopa en una casa desconocida con un hombre mayor. Y no cualquier hombre mayor, uno que generosamente se ha prestado a ser amigo en el momento oportuno. Ya lo hablaremos, pero esta escena me trae de vuelta los ojos oyentes de la mujer del pasado martes, que dejaba al camionero hablar, dijera lo que dijera. Ambos escuchan pero no están en un lugar para hacer nada.
En la siguiente escena conocemos a la princesa que no podría tener otro nombre que Esperança. Su padre, el marinero, se jacta de que ella tiene el mejor coñito de todo el vecindario (¡Esto es mentira! ¡Sólo lo escribiría un hombre! ¿Quién si no?). No sé cómo lo sabe, si lo sabe de verás, si bromea o si está mal de la cabeza. El caso es que me pregunto ¿por qué no me molesta? ¿por qué acepto esto? Y es por estas preguntas que ha salido la propuesta de esta semana. Después de Je, tu, il, elle, había duda y discordia acerca de cómo tomar los comentarios del camionero, y son precisamente esos estados lo que buscan sembrar las películas de João César Monteiro (el nombre del perro). Cito del prefacio de Hyperion o el eremita en Grecia de Hölderlin por si nos sirve a la hora de poner algunas impresiones en común sobre nuestra compleja pregunta:
Me gustaría que este libro estuviese abocado a conseguir el amor de mis patriotas. Pero temo que los unos vayan a leerlo como si de un compendio se tratara, preocupados en exceso por la moraleja, al tiempo que los demás lo tomen demasiado a la ligera, con lo que ni unos ni los otros lo comprenderán.
No escojo Hyperion por azar, el son de las palabras de este libro echa flores altas e incandescentes sobre el final de O Último Mergulho. En este libro de tierra, el protagonista Hyperion dice que nadie viviría si no tuviera esperanzas. Esta frase me recuerda al canto de amor de la película. En otro momento del libro, un joven Hyperion se encuentra cansado, desganado y abatido, y una noche en un prado iluminado por la luna se cruza con Alabanda, quien, con su mirada y apretón de manos lleno de secreto, hace que la vida del joven recobre significado. Este gesto me recuerda al canto de amistad de la película.
Detrás de estos cantos se ve todo un barrio (el mismo que agravaba el reumatismo) que está festejando el día de San Antonio. Y un barrio significa todo el mundo, no que "las prostitutas van allí y las parejas mayores allá". Todos, los niños, los perros y las viejas bailan juntos. Sólo falta la pequeña planta de albahaca que, en este día de junio, los mozos ofrecen a sus amadas. Ah Cine-club, ah todas, venid a La Morada el martes 20 a las 8 de la tarde, veamos esta atenta película, discutamos y soñemos con ser personas del cine portugués. Yo me pido al hombre con las dos lechugas.