Decía alguien en la película de la semana pasada. En la de esta semana, The Reckless Moment (Almas desnudas, acá) de Max Ophüls (Opuls, en Hollywood), alguien, también mujer y madre y burguesa, va a entrever la posibilidad de convertirse en otra persona. Ella, la señora Harper, es la encargada de mantener bajo control un estado de cosas: un marido ausente empleado en la avanzadilla globalizante que fue el Plan Marshall, un suegro animoso, una criada comprensiva, una hija adolescente enamorada de un fulero, un hijo más pequeño que reclama constantemente su atención y obtiene, constantemente, indicaciones tipo abróchate la camisa, lávate las manos, acábate la sopa. Estas personas viven a la vez, pero no están juntas. Ella, la señora Harper, está siempre en medio, siempre disponible, moviendo las fichas del juego sin apenas poder moverse. Y entonces sucederá algo terrible, perturbador, algo que pondrá en peligro el mundo tal como lo conoce y ordena.
Y nosotros sabremos que Lucia Harper alguna vez pudo convertirse en otra persona y que, por ahora, sólo tenemos lo que no hay y sin embargo verlo, ahí, aparecer mientras dura la película.
— ¿Qué quiere decir?
— Queremos que nos reconozcan. El alma.
— El alma...
— Cuando se la reconoce, se transforma. Creo que se hace más bella.
Mañana martes a las ocho de la tarde en el cine-club de La Morada.