Sucedió de veras. Porque cuatro hombres lo imaginaron, imaginaron que podían hacerlo, sucedió.
Fue en 1947. La prisión de la Santé. Una evasión.
Trece años más tarde, en 1960, Jacques Becker lo contó en una película, Le trou, que veremos esta semana.
Una película que nada imagina, que reconstruye lo que sucedió, pero una película sobre la imaginación aplicada, la imaginación que inventa realidad a partir de la realidad. La realidad es aquí la prisión de La Santé, en París, y lo que se inventa es la manera de fugarse, detalle a detalle, gesto a gesto.
Gestos ingeniosos, como el periscopio hecho con un trozo de espejo y un cepillo de dientes, y gestos audaces e increíbles, como lo cuatro minutos de estruendo golpeando el suelo de la celda en pleno día.
Es una película de presos, quizás eso importe. Uno de los actores lo dice al principio, y es cierto: él estuvo allí. Otro de los presos fue el guionista. Y Jacques Becker pasó un año en un campo de prisioneros al principio de la segunda guerra mundial, un año pensando en escaparse.
Es también una película donde todo es presente. No sabemos casi nada del pasado de los personajes y tampoco sabemos nada del futuro que imaginan, del uso que harán de la libertad. Quizás porque su libertad no es un asunto del futuro, es un asunto del presente. La preparación de la evasión ya es la evasión, ya es la libertad. No se puede huir hacia el futuro, pero se puede huir en el presente, en cada golpe contra el suelo, en cada centímetro serrado de un barrote, en cada quiebro que la inteligencia le hace a las dificultades de la realidad.
A la atención del preso (porque hay que estar muy atento, el menor fallo y todo se va al traste) responde la atención del cineasta. Becker reconstruye, mira, da a ver. Becker es algo así como un cineasta sin imaginación, es todo mirada, todo atención a lo real, a las personas que tiene ante la cámara. Y hay una emoción singular en sentir esa mirada, en sentir la atención de un hombre a los gestos de otros hombres, como si por debajo sintiésemos, sin que fuese dicha, la amistad del cineasta por lo que filma.
Luego pasa lo que pasa, cosas bellasy cosas menos bellas que no diré pero que veréis si venís este martes a las ocho al cine-club de La Morada y que viviremos mejor si estamos así, juntos, para luego hablarnos.