a las 20:00, en el cine-club de La Morada
Un chica camina a través de los olivos. Sostiene un tiesto con geranios. Un chico la sigue con una lechera en una mano y un caldero en la otra. Le dice cuánto la quiere, que es pobre pero que cuidará de ella toda la vida, el dinero no lo es todo.
"La inteligencia y la comprensión también son importantes, ¿no crees? (...) Quiero vivir mi vida contigo. Y sabe Dios que no es sólo por tu belleza (...) Vivamos juntos ayudándonos los dos. Contesta, ¿es que no tienes lengua?"
El chico continúa tras los pasos de la chica mientras le dice todas estas cosas y aguarda, o más bien implora, una respuesta.
"El Buen Dios te dio lengua para que, entre otras cosas, respondieras a alguien como yo."
Ella continúa su camino en silencio.
"Si no quieres responder, al menos explícame esa mirada que me echaste en el cementerio, esa mirada que ha hecho que te busque y te siga todo el tiempo para que me dés una respuesta."
Él no tiene una casa, la perdió en un terremoto y, sin casa, es muy difícil que encuentre una esposa.
"Nosotros trabajaremos y construiremos nuestra propia casa."
El chico y la chica interpretan sendos papeles en una película que rueda en la aldea un director de Teherán, papeles que no distan mucho del que representan en sus propias vidas.
"Tienes que darme una respuesta hoy porque puede que no vuelva a verte en el rodaje. Si no me contestas hoy, no volveré a acercarme a ti en el rodaje. Si me quieres, tienes que decírmelo. Si no me quieres, tienes que explicarme lo de aquella mirada en el cementerio. Desde aquella mirada voy tras tus pasos. (...) ¿Qué piensas? Di algo. Al menos, deja que te lleve la maceta. (...) ¿Tienes el corazón de piedra o qué?"
La escuela de los domingos