Venid, venid puntuales este martes a las ocho, empezaremos sin retraso, porque la película de esta semana, El sediento, de Guru Dutt, es larga, dos horas y media, sí, tan larga como desesperada, pero no temáis, no es una desesperación desesperante, no, es una desesperación bella, una desesperación cantada.
Venid puntuales, sí, a las ocho, para ver y escuchar las desventuras del poeta Vijay, tan desesperado como Michele Apicella la semana pasada, sí, tan desesperado y tan peleado con el mundo como él, aunque Vijay no es como Michele, Vijay no le pega a nadie, no, Vijay llora, y cuando el poeta llora, como es la India y son los años cincuenta y es Bollywood, el poeta canta.
Es una vieja película india, sí, y eso quiere decir que es un melodrama donde el mundo es muy malo, pero también es un musical (el rostro de Vijay es el de Guru Dutt y su voz es la de Mohamed Rafi) y también, a ratos, cuando sale Johnny Walker (que en realidad se llamaba Badruddin Jamaluddin Kazi y era abstemio), hasta es una comedia, y además la cámara no para de moverse y todo son luces, sombras y viento. Aunque el mundo que se nos muestra sea terrible y egoísta, nos quedan la música y el viento, mucho viento, de ninguna parte vuelan papelillos y humo y hasta globos.
La semana pasada, a la vuelta de un plano, al final de un largo travelling, un cineasta rechazado decía al teléfono: ¿oyes este ruido? es mi guión ardiendo. Esta semana acompañaremos a un poeta rechazado, que pierde y recupera y vuelve a perder sus manuscritos, que encuentra al menos una lectora, una lectora de veras, y al menos un amigo, y que no quema sus poemas pero sí pide que arda el mundo, y en realidad es como si toda la película estuviese ardiendo, consumida por el fuego o por la fiebre, sí, Guru Dutt podría cantarnos al oído: ¿oyes esto? es mi película ardiendo.
Venid, venid puntuales, a las ocho, este martes, en la Morada, al calor de Pyaasa ardiendo.