Sí, las conozco, son bastante banales
Tuve que reapañar sus caras
Y darles a todas otro nombre
Ahora mismo no puedo leer muy bien
No me mandes más cartas, no
No a menos que me las envíes
Desde la calle de la desolación
Tras el misterio de la desaparición de Jacqueline se oculta otro mucho más complicado: ¿de qué demonios va esta película?
Todo es extraño, desde el principio: del internado apenas vemos una gran escalera y unas vidrieras como de una edad media opiácea, mientras oímos voces y cantos de niñas que quizás vengan de las aulas cercanas, pero que suenan como si llegasen del más allá.
Luego, mientras Mary busca a Jacqueline en la ciudad, aparecen personajes que al poco desaparecen, a veces no tienen más de tres planos, pero lo poco que dicen, o sus miradas, o sus voces, parecen gritar su soledad y su miedo. Como si estuviesen atrapados en el curso de su propia desaparición.
Ved:
¿Veis la mirada de la mujer que está de pie? En breve no la volveremos a ver, en breve nadie se acordará de ella, y sin embargo qué mirada más preocupada, más desesperada. Apenas dice unas frases, pero esas frases gritan suavemente, gritan murmurado, gritan toda una vida encerrada en el internado, de la infancia a la edad adulta a la muerte por llegar. Hay también la voz y la silueta de una anciana que vende periódicos y declama noticias de asesinatos en la noche, apenas un instante.
Hay, durante un poco más de tiempo, un detective, Irving August, al que el abrigo y la nariz le vienen grandes.
Hay un poeta que desde hace diez años no publica y que cena todas las noches en un restaurante llamado el Dante, una mujer que tose, un psicólogo que se quiere cínico, una chica a la que ni siquiera vemos, pero que fue amada y perdida diez años antes, un galán imposible de recordar de tan normal que es y unos señores y señoras que son una secta más o menos satánica bastante ridícula, (aún más ridícula que el mefistófeles en su despacho de tiniebla roja de la semana pasada) y que sin embargo no por ridículos son menos peligrosos. (No olvidar esto, lo ridículo no excluye lo peligroso.)
Todos son muy poca cosa.
Todos, más o menos, son personas desaparecidas. Tan desaparecidas como la perdida Jacqueline.
A algunas apenas las entrevemos. Otras están ahí hasta el final. Todas gritan, gritan en silencio algo que no es del todo miedo ni soledad, algo que yo no sé nombrar.
También nacen un amor y una amistad. El amor es bastante cruel, la amistad es bastante entrañable.
Y aparece una fábrica de cosméticos llamada "La sagesse", sí, "La sabiduría".
Todo es realmente extraño.
Y si digo y repito todo lo que hay es porque todo ello gira en torno a un centro vacío, algo que no sé nombrar.
Quizás este martes, a las ocho, en el cine-club de la Morada, encontremos la palabra.