Tras algunas peripecias y tras asistir a una representación de The Winter's Tale de Shakespeare —donde la locura de Leontes tiene la misma consecuencia en su mundo que la más o menos distracción de Félicie en el suyo: excluye de ese mundo a la persona que ama— Félicie, afectada por lo que acaba de ver y reconocer, toma una decisión, o sea, se decide a sí misma: aparezca o no Charles, vivirá de un modo que no les impida reencontrarse. Una decisión irreductible a cualquier explicación, los movimientos profundos del alma desarman a la psicología, precisamente porque no vienen de dentro, de la interioridad de un saber. Ella no actúa según la razón, tampoco esperanzada o siguiendo una inclinación. Existe, como sus pensamientos existen; ama, se considera feliz. Y la fuerza de Rohmer pasa por propiciar este punto problemático, aleatorio, y sin embargo no arbitrario: gracia o azar. Por mostrar lo que hay de extraordinario en lo ordinario y de ordinario en lo extraordinario, no sea que el esfuerzo de aprender a no desear lo imposible nos haga olvidar cómo creer en lo posible.
A las ocho de la tarde de mañana y frente a la amenaza escéptica, sesión del cine-club de La Morada.