El próximo martes, del camino omnidireccional del sonido, vamos a habitar un hotel, un comedor, unas habitaciones, una piscina y una serie larga de presentaciones y encuentros de pasillo. Pero también vamos a conocer el impacto de un Theremín oído por primera vez, ese instrumento cuya ejecución no requiere del contacto físico y vamos a acompañar la implosión e inexactitud del deseo manifestado también por vez primera. Y esto seguramente sucederá porque el sonido que “La niña santa” nos ofrece tiene mucho de construcción oral y al igual que los materiales que organizan una narración: viene con cosas.
Hace un tiempo escribí este poema escuchando y escuchando “Live in Paris” de Brian Eno & Robert Fripp:
WATER ON WATER
En 1975 en París
un concierto de loops
llega a la euforia
al agudo de un público
que se pronuncia
aunque el sonido ascienda
y resulte imposible advertir
ejecución como el tren
que del aeropuerto
a la estación transporta
y sin embargo nadie conduce
en los días poco escindidos
entre ver y oir
el color acompasado
–a fuerza de grito–
arde y es un bello momento
no descriptivo el de
esos estómagos habitados
por bucles líquidos
dispuestos sin imperativos
sin exigencias de atención.
Este martes a las 20:30 hs (exactas ¡por favor!) en La Morada: “La niña Santa” de Lucrecia Martel